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Ibiza es mucho más que electrónica y atardeceres infinitos: es un mosaico de calas salvajes, tesoros gastronómicos en pleno casco histórico y rincones de auténtico estilo ibicenco como el Hotel Petunia. A continuación, te propongo un recorrido que combina lo mejor de su litoral, su cocina y un alojamiento con alma.

Si quieres aprovechar al máximo tus vacaciones en la isla, puedes alquilar un coche en el aeropuerto de Ibiza.

Mañanas en calas de ensueño

Comienza tu día en Cala d’Hort, enclavada en la Reserva Natural homónima y famosa por sus vistas al islote de Es Vedrà. Sus aguas cristalinas y su fondo rocoso invitan al snorkel mientras el imponente peñón se recorta en el horizonte, convirtiendo cada puesta de sol en un espectáculo único.

A media mañana, adéntrate en la intimidad de Cala Saladeta, un remanso de arena fina rodeado de pinos, accesible tras un corto paseo desde Cala Salada. Sus aguas turquesas, de poca profundidad, son un auténtico paraíso para quienes buscan tranquilidad y un entorno casi virgen.

Para el momento del almuerzo, nada como la emblemática Cala Benirràs, donde el tradicional ritual de tambores al atardecer comienza mucho antes, llenando de ritmo y nostalgia cada rincón de su extensa playa de arena. Si llegas con tiempo, conseguirás un paraje privilegiado para disfrutar de la serenidad y el murmullo de las olas.

Si prefieres algo más «mini»: Cala Gracioneta, vecina de Cala Gració, te espera con su chiringuito y servicio de hamacas junto a una cala de roca y arena, ideal para reponer fuerzas antes de seguir explorando la isla.

Y si buscas ese punto «chiringuito + fiesta diurna», Cala Bassa no decepciona: amplia, arbolada y con beach clubs donde la música y los cócteles fluyen junto al mar.

Tardes y noches en el corazón de Dalt Vila

Al caer la tarde, sube por las empedradas cuestas de Dalt Vila hasta La Oliva, un refugio mediterráneo donde cada plato fusiona productos locales con un ambiente de aire señorial. El comedor exterior, escondido tras buganvillas, es perfecto para degustar pescado fresco y arroces frente a la muralla histórica.

Unos pasos más arriba, en El Olivo Mio, sumérgete en elaboraciones de mercado con un toque internacional: su lubina a la parrilla y el cordero tierno son excelentes excusas para acompañar su extensa carta de vinos.

Si prefieres algo desenfadado, S’Escalinata te ofrece tapas y cócteles en mullidos cojines sobre las escaleras de la fortaleza, convirtiendo una cena informal en un momento lleno de encanto y vistas al puerto.

Para una opción aún más cercana al suelo, La Brasa, situada al pie de Dalt Vila, sorprende con su terraza plantada de macetas y carnes a la brasa memorables, ideal para cenas tardías antes de bajar al puerto.

Descanso con vistas: Hotel Petunia Ibiza

Tras un día de inmersiones y paseos, Petunia Ibiza te acoge sobre la tranquila Cala Carbó, a pocos metros del mar y frente al imponente Es Vedrà. Sus 17 habitaciones y 25 suites de estética setentera, entre jardines mediterráneos y junto a una piscina discreta, transmiten esa calma sofisticada que define a este hotel boutique Petunia Ibiza.

Cada rincón de Petunia celebra la isla: desde su huerto ecológico hasta los espacios de diseño curado, inspirado por la naturaleza local y el arte ibicenco.

En sus tres propuestas gastronómicas, podrás optar por platos ligeros junto a la piscina, bocados mediterráneos en el restaurante principal o una experiencia de fusión español-japonesa en La Mirada, su rooftop con vistas al islote, donde cada bocado es una pequeña ceremonia.

Para llegar sin complicaciones, el hotel organiza transfer privado desde el aeropuerto por 120 € (hasta cuatro pasajeros), asegurando desde el primer momento el confort y la exclusividad que caracteriza a Petunia.

Ibiza revela así su cara más sincera: calas de cuento antes de perderse en el casco antiguo; sabores mediterráneos entre murallas y, al final del día, un refugio íntimo con vistas de postal. ¿Te animas a vivirla?

Language: Spanish

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